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Un capullo de alegría |
─¡Un capullo, dos, tres...!─exclamé con mi histeria matutina.
Mis desperdicios alérgicos (mocos, legañas...) se cayeron del susto y mi marido acudió veloz al jardín.
─¿Qué sucede?, ¿ha entrado algún ladrón?, ¿llamo a la policía?, ¿por dónde se han colado los capullos?...
─Cielo, relájate que te va a dar un paro cardíaco... No ocurre nada, solo que del lilo, la alegría y el cactus que me regaló Pepelu han brotado sus capullos y me he emocionado.
─¡Estás muy mal! ─me gritó con la ira inyectada en sus ojos ─No sé qué te ocurre, pero cada día me preocupas más...
Le miré mientras se iba con sus grandes zancadas y su malhumor a desayunar a la cocina. Observé mis capullos, sonreí ante la belleza y me entristecí al comprobar que casi nadie entiende ni valora los pequeños regalos que nos brinda la Naturaleza.
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El lilo brota en primavera |
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El cactus de Pepelu promete flores |
Colección de capullos, más bien. ;-)
ResponderEliminarLo bueno es que esos capullos, floran y desaparecen.
Invitada al estreno del blog:
agroecologiaenfamiliaurbanita@blogspot.com
de @javiercolores
Saludos de un capullín ;_)
Sí, hay muchos capullos con ojos y pelos que cuesta mucho que desaparezcan y encima son horribles, sin encanto ni belleza, ja, ja... ¡Menos mal que la colección de capullos de mi jardín es encantadora! ;-DD
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