lunes, 11 de febrero de 2013

Un oso polar en mi jardín

Mr. Theklan

Al mirar por la ventana mi corazón se aceleró y palpitó con extrema celeridad. Mis ojos no daban crédito: un enorme oso polar observaba con curiosidad la cancela del jardín e intentaba abrir la puerta. ¿Tendría algún alucinógeno el té que me estaba tomando?, ¿qué me producía esas extrañas alucinaciones?, ¿cómo era posible que un oso polar apareciera en mi casa?, ¿sería culpa del cambio climático? Mi mente elucubraba cientos de teorías hasta que el telefonillo sonó estrepitosamente. ¡Dios mío, el oso polar me está llamando! Aterrada, descolgué el telefonillo y contesté con timidez y pánico.
─¿Sí?
Me sentí absurda. ¿Cómo iba a entender un oso polar el lenguaje humano?
─¡¡¡Nena, ábreme que hace un frío horrible!!!
El oso habla. Ay, me tiemblan las piernas.
─Me parece que se ha equivocado. ¿Por quién pregunta?
Si el oso entiende nuestro vocabulario tal vez consiga que se vaya de mi casa.
─Nena, ¿eres tonta o lo pareces? Soy Fifí y no me he equivocado de puerta. Abre ahora mismo.
─¿Seguro que eres Fifí? A ver si me estás engañando como el lobo a la abuelita y luego me matas o me tiras al pozo. Además, ¿por qué vas vestida de oso polar
─¡Me sacas de quicio! Soy Fifí y visto de oso polar porque hoy es carnaval y estamos invitadas a la fiesta de disfraces. ¡Coño, ábreme, que me estoy helando!
Abrí la cancela y observé por la mirilla como el enorme oso polar avanzaba hasta la puerta.
─Fifí, me has dado un susto de muerte, pensé que eras un oso polar de verdad...
─¡¡¡GRRRRRRRRRRR, GRRRRRRRRRR!!!
─¡Socorro! ¡Es un oso polar! ¡Socorro!
─Tonta, que soy Fifí, es que este disfraz tiene incorporado un micro ordenador que simula a la perfección los gruñidos del oso.
─Eres idiota, casi me da un infarto del susto.
─Nena, ¿no estás disfrazada?
─Es que...
─Ya lo sé: se te olvidó, pero como sé que eres un desastre te he traído un disfraz.
─¿De María Antonieta, de princesa, de reina mora?
─No, de foca, que es lo que mejor te sienta.
─Te odio.

2 comentarios: