martes, 26 de agosto de 2014

Ojos de guindilla


Fifí me observó espantada, retiró sus gafas de sol, entrecerró los párpados y, a punto de desmayarse, exclamó con voz estridente.
─¡Dios mío, nena! ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué tienes los ojos semicerrados y rojos como el salmorejo? ¿Por qué lloras desconsoladamente? Ay, no me digas que sigues descompuesta porque el granizo destrozó eso que tú llamas huerto. ¡Pero si solo son unas macetas con unas plantitas! De acuerdo, no me voy a meter con tus pasiones, que cada loco con su tema, pero de ahí a ese llanto jondo... Además, a Maca no le he contado tu estrepitoso fracaso huertano de este año, que ya estoy harta de que seas el hazmerreír del barrio por tus chaladuras... Venga, nena, por favor, retira tus lágrimas y dime qué te ocurre.
Intenté abrir los ojos para explicarle mi drama, pero me fue imposible.
─Fifí, ¡no puedo!, ¡me voy a quedar ciega!
─¡Qué!
─Que siento cómo se queman mis ojos por dentro.
─¿Qué has hecho, alma de cántaro?
─Ay, que soy un desastre, que al final vas a tener razón, que soy un despiste andante y así no se puede ir por la vida...
─Oye, no te maltrates, que no pega nada con tu carácter. ¿Me puedes decir qué te pasa?
─Pues que he hecho unos espaguetis con las guindillas que me regalaron tan bonitas y picantes para dar un sabor sabrosón a la pasta. Vamos, que según estaba devorando los espaguetis con voracidad he comprendido porque soy incapaz de adelgazar, que como no ponga límite voy a rodar por la cuesta que desciende hasta el súper, así que el lunes me pongo a dieta porque...
─¡Al grano, nena, al grano! Que te vas por las ramas y no hay quien te pare.
─Bueno, pues después de hacer la pasta he ido al baño a ponerme las lentillas para que no me regañaras por ir siempre con mis gafas de intelectual y con las prisas he olvidado lavarme las manos. Supongo que en las yemas de mis dedos debía haber restos de guindilla que se han transferido a las lentillas y de ahí a mis ojos. Ahora me arden los ojos, no puedo abrirlos y tengo las lentillas con guindillas pegadas a mis córneas. ¡Ay, no veo nada! ¡Socorro!

miércoles, 21 de mayo de 2014

Latidos atléticos en mi jardín


Tomates cherrys, una mata de calabacín, cebolletas, petunias, hibiscus... Observo como el jardín renace, sonrío y por un momento siento ese instante de felicidad... Una felicidad que se fuga en el momento que oigo retumbar el timbre de la puerta y escucho el tono elevado de mi querida amiga Fifí.
─¡Nena, abre la puerta, tenemos que hablar!
─¿Qué ocurre?
─Esto no puede seguir así, estás muy, pero que muy mal... Por favor, mírate.
─Ay, Fifí, no veo nada raro en mí. Tal vez que estoy un poco sucia porque estoy trasplantando unos esquejes de kalanchoe calandiva, pero salvo eso...
─Nena, que es vergonzoso como vas, que entiendo que estés emocionada porque tu amado Atlétio haya ganado la Liga y vaya a jugar la final de la Champion, pero no puedes ir vestida todo el día con la equipación, que el glamour te ha abandonado. Hija, que vives en un barrio muy pijo y aquí son todos del Madrid, que estás en boca de todo el mundo, que llamas mucho la atención con esos rizos de loca y la camiseta rojiblanca...
─Fifí, "toito" te lo consiento, menos que me ofendas por mi Atleti.
─Nena, no me pongas esa cara de enfado.
─Sí, te pongo esta cara porque la historia se escribe latido a latido y mi corazón no para de palpitar.
─Horror, con lo arisca, cactus y borde que tú eres, el Altlético te ha vuelto romántica.
─Fifí, si no apoyas al Atleti será mejor que no vuelvas por casa hasta el próximo lunes. Déjame con mi emoción, mi alegría porque al estilo Pantoja te diré: "hoy voy a confesar que estoy enamorada".
─¿De tu marido?
─De mi Atleti.
 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Rabanitos de invierno

Plantación de semillas de rabanitos

La lluvia no cesa. El aire golpea contra la casa como si el lobo del cuento de los tres cerditos soplara sin descanso y las hojas del hibiscus no logran mantenerse erguidas. Dos tímidos tomates aguantan los envites del otoño y un pimiento resiste como si fuera un náufrago sobre unas tablas de madera en mitad del Atlántico
─¿Qué miras por la ventana?
─Las macetas.
─Pero si solo hay tierra. Antes tenías ahí plantadas unas florecitas de colores, ¿no?
─Sí, unas petunias.
─Bueno, tú ya sabes que a mí la botánica nunca se me ha dado bien, amor.
─A ti sólo te interesa la economía y el derecho.
─No te metas conmigo.
─No lo hago.
─¿Te ocurre algo?
─Estoy preocupada. Hace una semana planté unas semillas de rabanitos.
─¿Y?
─No ha brotado nada. Me imagino que el frío lo impide, pero me hacía tanta ilusión...
─¿Quieres que me acerque a la frutería y compre unos rabanitos?
─No, no me gustan.
─No te entiendo.
─Yo tampoco.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Berenjenas al poder

─Te odio, te odio, te odio...
─Fifí, relájate, tómate un tranquimazín y dime por qué estás tan neurótica.
─¿Neurótica? Pero si todo es culpa tuya, alma de cántaro, que solo a ti se te ocurre hablar de tus chaladuras con Maca...
─¿Mis chaladuras?
─¿Se puede saber qué le contaste el otro día?
─Me preguntó que qué tal el verano y le expliqué que este año ha sido bastante complicado. Que mi maceto-huerto me ha dado bastantes quebraderos de cabeza. Que en vez de apostar por lo seguro, los calabacines, opté por plantar berenjenas porque su forma es muy similar a mi cuerpo, redondito, y el color morado me encanta y brotaron preciosas flores pero ninguna llegó a fructificar. Un drama.
Que los pimientos rojos e italianos han sido un éxito, pero me parece que este año va a ser el último que plante tomates raf, que son preferibles los tomates cherry que nacen sin parar... 
─¿Te estás oyendo?
─De verdad, Fifí, no te entiendo.
─Eres una tontolaba. Ahora Maca va contando que te sientes una berenjena y que se te ha ido la pinza con los tomates y los calabacines.
─Y a mí que más me da lo que opine Maca.
─Ay, pero yo sufro... ¡Me ha dicho que no te va a invitar al brunch de otoño! Y no sé qué hacer...
─Tú vete y sé feliz, que voy a plantar unos rabanitos que van a ser la envidia del vecindario.
─Calla, calla, no hables de hortalizas, que te van a tomar por loca. Ay, y ese corte de pelo te queda fatal, nena. ¿Qué voy a hacer contigo?

Berenjenas al poder

martes, 29 de octubre de 2013

Último tomatico de la temporada

Tomatico otoñal

─¡Ahí está, ahí está, ahí está...! ─canturreo con emoción como si fuera Ana Belén.
─¿La Puerta de Alcalá? ─pregunta mi marido inmerso en las páginas económicas del periódico.
─No, ahí está uno de los últimos tomates de la temporada. No sé si crecerá, pero me emociona esta pequeña reminiscencia del verano con sabor a primavera.
─Desconocía tu faceta poeta.
─Ay, desconoces tanto de mí ─murmuro mientras contemplo con emoción el tomatico.
─¿Qué has dicho?
─Nada, tonterías...
─Parece que la prima ha bajado.
─¿Qué prima?
─La de riesgo.
─¿El riego automático?
─No nos entendemos, amor. Será mejor que sigas con tus tomates y yo con la economía.

domingo, 27 de octubre de 2013

El otoño ya está aquí

Una hoja del otoño

El cambio de horario, la noche que acecha con prontitud, los colores ocres, el frío... Me siento como las hojas del otoño que vuelan hasta caer al suelo. En el maceto-huerto solo aguanta una tomatera que insiste en mostrar sus flores amarillas y dos pimientos que crecen lentamente.
Fifí, en cambio, está feliz: es hora de guardar la ropa de verano y renovar el vestuario. Cada día que viene a casa intenta convencerme para que la acompañe y me muestra sus últimas adquisiciones.
─Nena, anímate. ¡No ves que en invierno hay que ponerse más ropa y más accesorios!... Nunca te entiendo... Vale, lo sé, odias ir de compras pero seguro que si lo intentas al final le coges el gustirrinín... Venga...
─Fifí, no me hartes.
─Mustia, eres una mustia. Por cierto, no te quería decir nada pero ese corte de pelo que te has hecho no te favorece nada, estás horrorosa.
─Eres un sol, Fifí.
─¡Pero si te lo digo desde el cariño!
─¡Menos mal! Hala, vete de compras y déjame con mi pena.
─¿Pena?
─Sí, Fifí, pena por sentir la cercanía del invierno, el frío... Ver cómo mueren muchas de mis plantas de temporada... Pena, Fifí, mucha pena.
─Eres más rara... Pero bueno, aunque cada día me cueste más, te quiero. ¡Huy, te dejo que he quedado con Maca para ir a la milla de oro y voy a llegar tarde!
─Adiós, Fifí, vete como el verano.
─¡Ay, nena, tómate un lexatín que estás fatal!

miércoles, 28 de agosto de 2013

La cochina cochinilla, el laurel y el macetero

Macetero reciclado

Ayer por la mañana me ilusioné al escuchar su andar característico, sus tacones acribillando el asfalto y al oler la estela de su penetrante y mareante perfume. Me levanté del suelo, sacudí la tierra de mis pantalones, rehice mi coleta para sujetar los impertinentes rizos que se habían escapado del rebaño de pelos y fui a recibirla a la puerta con una gran sonrisa. Al ver a Fifí me abalancé sobre ella y la abracé con fuerza. Ella, en cambio, se tensó, me fulminó con la mirada y me apartó de malas maneras.
─Nena, aunque no lo creas tengo corazón... No sé por qué lo haces. De verdad, no te entiendo. Con la ilusión que me hacía volver a verte después de las vacaciones...
─¿Qué dices, Fifí? Tenía muchas ganas de verte.
─Entonces, ¿por qué me has insultado?
─¿Yo?
─Sí, te he oído al aparcar el coche. Gritabas como una loca: "¡Fifí, cochinilla, Fifí, cochinilla, cochinilla asquerosa!" No sé por qué me odias... ─sollozó mientras se retiraba una lágrima imaginaria de sus ojos.

La motas blancas, las cochinillas que han atacado al laurel

─Ay, qué imaginación tienes y qué melodramática eres. No te estaba insultando, estaba fumigando el laurel porque lo ha invadido un ejército de cochinillas algodonosas y tengo que aniquilarlas. He limpiado las hojas con alcohol de quemar y parece que funciona, pero temo que alguna asquerosa cochinilla haya saltado al madroño y lo infecte. Mira, ven que te voy a presentar a la cochina cochinilla, mi pesadilla de este verano.
─Entonces, no era a mí a quién insultabas...
─Tonta, a ti te quiero, y si algún día te tuviera que insultar te lo diría a la cara.
─Es verdad, que tú eres muy borde y tienes muy mala leche...
─Además, Fifí, tengo un regalo para ti.
─¿En serio?
─He restaurado un viejo macetero y he plantado un cactus que encontré por los montes de un pueblecito de Teruel y que en poco tiempo ha crecido una barbaridad. Como tú siempre dices que mi carácter es como el de un cactus quiero que te lo lleves para que siempre te acuerdes de mí.
─Nena, hay días que me emocionas, y más cuando muestras un poco de tu arisco corazón. Ay, pero si es divino...

martes, 2 de julio de 2013

La flor de mi gardenia

La flor de la gardenia


─Nena, respira, venga, respira... ¡Me estás asustando! Por Dios, coge aire o suéltalo... ¡Que te estás poniendo morada! ¡Respira!
Fifí, sin compasión, me golpeó en la espalda hasta que notó que mis pulmones tomaban el ritmo necesario.
─¿Pero por qué no respirabas? Joder, nena, me has dado tal susto que casi se me cae el rímel semipermanente.
─Ay, Fifí, que me ahogo de la emoción, que estoy más feliz que una perdiz, que no me creo el milagro que ha sucedido hoy...
─Pero, ¿de qué hablas?
─La flor, la flor de la gardenia, que este año ha florecido y no quepo en mí de la emoción.
─Tú no estás mal, estás fatal. Vamos, que cuando le cuente a Maca que casi te da un paro cardíaco por una florecita. La verdad, no te aguanto...
─Y ¿qué me dices de la flor del cactus?
─Te odio


La flor de cactus

lunes, 29 de abril de 2013

Pasión entre el madroño y la hortensia

El madroño y la hortensia

─Hortensia, qué bonitos son tus pétalos, qué colores tan vivos...
─Ay, Madroño, no me piropees que la lluvia me ha dejado fatal... Con lo mona que estaba al salir de la peluquería con mis pétalos lustrosos y brillantes. Ahora, las gotas no me dejan ni enderezarme y se han rizado los pistilos de las flores.
─Mi amada Hortensia, a mí me ocurre lo mismo, la lluvia casi troncha mis ramas y no tengo fuerzas. Solo tengo fuerzas para mirarte, amada mía, y suspirar por tus pétalos. Eres tan guapa...
─Calla, calla, picarón, que me ruborizo...

P.D.; Me siento decaída como la hortensia y el madroño. ¿Quién me ha robado la primavera? ¿Por qué el frío no nos abandona? Necesito los rayos solares, el calor, la pasión, la locura primaveral, las risas en el jardín, cultivar mis hortalizas, gozar, sudar... No puedo más.

viernes, 26 de abril de 2013

Las lilas más lilas de mi jardín

Las lilas del jardín

El hombre del tiempo, mi enemigo, dice que este fin de semana lloverá, que volverá el mal tiempo, la nieve, el frío... Noto como mi humor se tuerce y mi mala leche se espabila. Menos mal que el jardín me regala sus lilas, con sus pequeñas flores, su bello color, su olor...
Pí,pi,pi (mensaje de whatsapp de Fifí): "¿Nena, te paso a buscar y nos vamos de compras?"
Uf, lo que me faltaba para el día, comprobar cómo por culpa de los excesos del invierno mi cuerpo no entra en ningún vestido, escuchar las críticas de Fifí y observar como a ella todo le queda divino. No, con tanto no puedo, hoy observo mis lilas y me quedo tan lila.

jueves, 18 de abril de 2013

Flores en la ventana

Las flores de mi ventana

Podría contar que Fifí está enfadada conmigo porque el otro día acudí a la redacción de un periódico, hablé con Carmen Lomana y no la invité a tomar unas copas a casa. "¡Ay, nena, si sabes que es mi ídolo! No te endiendo, con todo lo que hago yo por ti", me gritó y requegritó Fifí con su voz estridente. Podría contar que la crisis está afectando a grandes amigos. Podría contar mi malestar alérgico y asmático. Podría contar... Pero hoy solo voy a contar que al abrir la ventana y contemplar la explosión de la naturaleza, las flores en mi alféizar y el verdor de la mimosa blanca he sonreído y he sido feliz.

PD. Esta tarde sin falta le compro el último libro de Carmen Lomana a Fifí para que se pase le enfado. ¡Que no se me olvide!

martes, 9 de abril de 2013

Hortensias en Shangai

Explosión de hortensias

Mi carácter está íntimamente unido al tiempo. Tanta lluvia y tanto frío me empiezan a desanimar. Desde el ventanal observo cómo pasa el tiempo. Me acurruco como un gato en mi sofá con mi pereza, mi mal humor y un buen libro.
El móvil me despierta de mi duermevela.
─Nena, paso a buscarte en media hora. Nos vamos a Shangai.
─Ay, Fifí, deja de decir tonterías. No me da tiempo a preparar la maleta.
─Que no, tonta, que te llevo al vivero Shangai, el mejor de la ciudad, para que te animes y abandones tu fase cactus, que últimamente estás insoportable.
─Pero...
─No hay pero que valga. ─remató Fifí antes de colgar y dejarme con mil excusas sin decir.
Al llegar al vivero sentí que mi optimismo brotaba como las hortensias. La sonrisa se pegó a mi cara y disfruté al pasear entre los pasillos repletos de tulipanes, margaritas, jazmines de agua... Mi respiración se aceleró ante la infinidad de plantas de sus naves. Tomé unos cuantos plantones de pimientos, berenjenas y tomates ─ay, este año no puedo hacer semilleros─, muchas flores: petunias, margaritas..., una colección de cactus para crear centros y sustrato.
─Fifí, este lugar es el paraíso.
─Ay, nena, con que poco te conformas. Ya sabía que te iba a encantar, es uno de los viveros más grandes de Madrid y, según me ha dicho Maca, el más glamuroso.
─No esperaba menos de ti, Fifí. Esta vez sí que has acertado. Eres fantástica.
─Venga, no te pongas tontorrona que no va con tu carácter arisco.



jueves, 28 de marzo de 2013

Cuernos alemanes y flores andaluzas


Geranios en los patios de Córdoba

─¡Nena, me acabo de enterar! Menudo disgusto debes tener, pero tú no sufras que para eso estoy yo aquí, que no hay nadie que te quiera como yo y que te entienda tanto. Porque, cielo, no lo vamos a negar, eres un poco rarita y no todo el mundo te comprende, pero tú no sufras...
─Fifí, ¿de qué me estás hablando?
─Nena, de lo de tu marido.
─¿Qué le ocurre?
─Que se va esta Semana Santa a Alemania.
─Sí, por cuestiones laborales. ¿Cuál es el problema?
─Ay, nena, no te enteras. ¿No sabes que Alemania está llena de princesas que seducen con su pelo rubio a los españoles? Mira lo que ha pasado con el Rey y Corinna... Ay, pobre Sofi... Y ahora tú. Además como siempre vas con esos rizos descontrolados, pues claro, llega una rubia con el pelo plancha y te levanta al marido.
─¡Pero si aún no se ha ido!
─Ay, nena, no te fíes, yo ya estoy sufriendo por ti, así que he decidido invitarte a Sevilla y Córdoba para que no te hundas en una depresión,  y así disfrutas de las florecitas, plantitas y arbolitos. Esas cosas verdes que te levantan el ánimo.
Por una vez, decidí no negarme y me dejé mimar por Fifí: viaje preferente en el AVE, hoteles céntricos y paseos por dos grandes ciudades que destilan el olor y el color de la primavera. Geranios, calas, prunos... Abanicos de pétalos en cada monumento.
─Nena, ya podías haberte calzado mejor, que luego he quedado con Maca y Fefé para tomar unos vinitos y no me atrevo a llevarte con esas botas de montaña.
─Fifí, si no te importa, prefiero subir a la Giralda, pasear por los Reales Alcázares, oler los naranjos en flor...
─Ay, qué cursi e insoportable eres, pero no me voy a enfadar porque seguro que tu marido se ha liado con alguna princesa, pero mira que estar en Sevilla y no venir de vinos y bailar algo de flamenco...
En Córdoba me enamoré de los patios, de las calles floridas, de la Mezquita, del salmorejo y los jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos. Una escapada muy folklórica y, por lo que me han dicho, sin cuernos principescos.

Esas calas que enamoran

Cascada de geranios

lunes, 11 de febrero de 2013

Un oso polar en mi jardín

Mr. Theklan

Al mirar por la ventana mi corazón se aceleró y palpitó con extrema celeridad. Mis ojos no daban crédito: un enorme oso polar observaba con curiosidad la cancela del jardín e intentaba abrir la puerta. ¿Tendría algún alucinógeno el té que me estaba tomando?, ¿qué me producía esas extrañas alucinaciones?, ¿cómo era posible que un oso polar apareciera en mi casa?, ¿sería culpa del cambio climático? Mi mente elucubraba cientos de teorías hasta que el telefonillo sonó estrepitosamente. ¡Dios mío, el oso polar me está llamando! Aterrada, descolgué el telefonillo y contesté con timidez y pánico.
─¿Sí?
Me sentí absurda. ¿Cómo iba a entender un oso polar el lenguaje humano?
─¡¡¡Nena, ábreme que hace un frío horrible!!!
El oso habla. Ay, me tiemblan las piernas.
─Me parece que se ha equivocado. ¿Por quién pregunta?
Si el oso entiende nuestro vocabulario tal vez consiga que se vaya de mi casa.
─Nena, ¿eres tonta o lo pareces? Soy Fifí y no me he equivocado de puerta. Abre ahora mismo.
─¿Seguro que eres Fifí? A ver si me estás engañando como el lobo a la abuelita y luego me matas o me tiras al pozo. Además, ¿por qué vas vestida de oso polar
─¡Me sacas de quicio! Soy Fifí y visto de oso polar porque hoy es carnaval y estamos invitadas a la fiesta de disfraces. ¡Coño, ábreme, que me estoy helando!
Abrí la cancela y observé por la mirilla como el enorme oso polar avanzaba hasta la puerta.
─Fifí, me has dado un susto de muerte, pensé que eras un oso polar de verdad...
─¡¡¡GRRRRRRRRRRR, GRRRRRRRRRR!!!
─¡Socorro! ¡Es un oso polar! ¡Socorro!
─Tonta, que soy Fifí, es que este disfraz tiene incorporado un micro ordenador que simula a la perfección los gruñidos del oso.
─Eres idiota, casi me da un infarto del susto.
─Nena, ¿no estás disfrazada?
─Es que...
─Ya lo sé: se te olvidó, pero como sé que eres un desastre te he traído un disfraz.
─¿De María Antonieta, de princesa, de reina mora?
─No, de foca, que es lo que mejor te sienta.
─Te odio.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Pétalos en el gin tonic

Gin tonic florido

─Nena, en Nochebuena cenáis en mi casa y no admito un no por respuesta.
─Fifí, no te compliques. Si te parece compro unos langostinos, una pularda rellena y...
─No me seas pularda. Este año yo me encargo de todo... Verás, verás qué sorpresa te tengo preparada.

La cena, por supuesto, fue impresionante. Los adornos navideños decoraban cada rincón de la casa. El jardín resplandecía entre tantas luces. La vajilla, el mantel, las copas... Todo era perfecto  porque Fifí es la mejor anfitriona del mundo: se desvive por sus invitados, está pendiente del más mínimo detalle, apunta en su pequeña agenda los gustos de cada comensal, personaliza los servilleteros... No se le escapa nada.
─Fifí, me has impresionado. ¡Qué cena tan maravillosa!
─Nena, aún no has visto tu sorpresa...
De pronto se acercó con un gin tonic repleto de pensamientos (comestibles), fresones y cerezas. El gin tonic más bonito que jamás había visto, el gin tonic más dulce que jamás había tomado. Un gin tonic florido repleto de amor.
─Fifí, te quiero un montón.
─Calla, calla, que a tu carácter arisco no le sienta bien tanta ternura.
─Qué boba eres. Un brindis por nuestra amistad, nuestros enfados, nuestros caracteres tan opuestos, nuestra vida...
¡FELIZ 2013!

viernes, 9 de noviembre de 2012

Mi entrevista en "Planeta Huerto"

─¡Nena, que vas a ser una estrella! Ay, me tienes alucinada. ¡Quién me iba a decir que esas macetas y tu absurdo vicio de cultivar tomatitos y lechugas te iba a lanzar a la fama mundial! Se lo he contado a Maca y no daba crédito. Aunque no lo creas, eres la envidia de toda la urbanización. ¡Incluso quieren organizar una visita cultural a tu jardín para contemplar tus zanahorias y calabacines! Claro, que les he explicado que todo el mérito es mío por animarte en tu nuevo hobby y que mis explicaciones te han sido de gran utilidad.
─Fifí, qué morro tienes, pero si tú no tienes ni idea.
─Ay, no me delates, que me hace una ilusión loca y he pensado que tal vez dentro de unos meses me pueden hacer una entrevista a mí y, con suerte, coincidiré con la Lomana en alguna fiesta con glamour.
─En fin...

Mi entrevista:

PD. Mil gracias a Planeta Huerto por su entrevista y esas semillas tan tentadoras que me ha regalado. ;-)


lunes, 15 de octubre de 2012

Mi higo está enamorado


─Nena, ¿qué te ocurre?
─Ay, estoy emocionada, mi higo está enamorado.
─¿Qué dices?
─Sí, hace unos días apareció doña Granada con su gran cuerpo, sus dientes descolocados, sus ojos verdes, un coqueto sombrerito ladeado hacia la derecha y sus labios pintados de rojo carmesí. El higo carnívoro sintió que el corazón se le desbocaba, se le metió el deseo en vena, tembló de pasión y ahora exhiben su amor sin pudor: ella ríe con sonoras carcajadas cada vez que el abre y cierra la boca y él solo piensa en comérsela a bocados.
─Nena, cada día estás peor.
─Ay, Fifí, qué bonito es el amor.



martes, 25 de septiembre de 2012

El duende de mi jardín

Mi duende de la felicidad

─¡Martín, Martín, Martín! Nena, desde que has vuelto de ese pueblo perdido de Castilla no paras de nombrar a Martín. ¡Tengo su nombre metido entre las sienes!
─Fifí, no te pongas celosa.
─Estás insoportable. Huy, ¿qué es eso? ─pregunta con sus morros fruncidos al ver la figura que se oculta tras las hojas del pepino.
─Es un duende. Martín no cree en los enanitos del jardín, él confía en los poderes mágicos de los duendes y antes de irme me regaló uno para que me protegiera, potenciara mis poderes de bruja y rodeará mi vida de felicidad.
─Nena, me empiezas a preocupar.
─Martín, el único niño de su pueblo, solo tiene trece años. El aburrimiento le ha reinventado y se ha convertido en un experto ganadero-horticultor. En un terreno cercano a su casa ha creado un huerto y este verano ha llenado la despensa de tomates, acelgas, coliflores, pimientos, cebollas y patatas. En el garaje, ha habilitado una zona para conejos ─ahora los vende a seis euros─, gallinas que ponen huevos y un gallo impertinente que les despierta cada mañana.
─Parece la historia de Heidi y Marco.
─Fifí, de verdad que es impresionante todo lo que sabe del entorno rural, del campo... Con mirar al cielo sabe si va a llover, me ha dado clases magistrales respecto al cultivo de tomates y no puede contener la risa cuando le explico que yo los planto en macetas.
─Nena, atraes a la gente extraña.
─No, Fifí, a la gente con corazón.

El huerto de Martín
Gallinas y conejos


domingo, 2 de septiembre de 2012

El riego automático y los higos carnívoros

Los higos están locos desde que funciona el riego automático

─Ya sé que la quieres mucho, pero mírala que pintas tiene... Ese pelo recogido de mala manera, ese rizo que se le escapa del flequillo al estilo Estrellita Castro, esas manos con la uñas destrozadas, esa camiseta roída llena de sudor... Ningún toque glamuroso, la verdad.
Oía como Fifí me elogiaba delante de mi marido y aguanté la tentación de clavar las tijeras de podar en su yugular... Regulé la respiración para que no me diera un ataque de asma y seguí con mis labores.
─Fifí, tienes razón, pero ya sabes que carácter tiene... Le he dicho mil veces que llame a ese jardinero amigo suyo para que instale el riego automático, pero no hay manera. Soy contrario al intrusismo profesional y no entiendo porque ella insiste en hacer todo lo relacionado con el jardín. Si parece la loca de los semilleros... La otra mañana la descubrí hablando sola a los calabacines, no para de presumir sobre los ridículos tomates que brotan en sus maceteros y encima pinta ojos a los higos para simular que son monstruos carnívoros.
─Nene, tu nena está muy mal. Ha dejado de acudir a nuestros meriendas de los jueves. Rebeca está indignada y Maca está pensando no invitarla a su fiesta de este verano. Te diré, que si no lo hace es por ti, que ya sabes que te quiere mucho.
Percibí como mi marido se sonrojaba e intentaba ocultar su satisfacción al oír que su primer amor aún sentía algo por él. Me levanté del suelo, sacudí la tierra que retozaba por mis piernas, retiré mis guantes, coloqué mis gafas y me acerqué a ellos.
─¿Hablabais de mí? ─pregunté mientras fijaba mi mirada en Fifí.
─No, nena... De verdad de la buena. Te lo juro por mis niños.
─Fifí, tú no tienes niños.
─Mira que eres quisquillosa. Comentábamos lo "manitas" que eres. La cuestión es saber si el riego va a funcionar.
Por suerte el riego funcionó y, muy a su pesar, tuvieron que elogiar mi hazaña.
─¡Ahora que tienes riego automático en tu plantación podrás venir este verano a Sancti Petri!─ gritó Fifí.
─Sí, iré unos días, pero antes me voy a refugiar una semana a una casita rural en un pueblo de Segovia.
Mi marido me miró ojiplático. ¿Conmigo?, preguntó temiendo mi respuesta.
─No, voy a ir sola, necesito calma. No sufras, amor, luego iré contigo a la playa.
Fifí me desaprobó con la mirada, pero rápidamente pensó en ella.
─Nena, ¿mientras tú no estés puedo usar a tu marido de pareja para acudir a las fiestas?
─Claro, Fifí─asentí mientras una lágrima de emoción brotaba como la gota del gotero del riego automático.
─¿Por qué lloras, nena? De verdad que no te voy a quitar a tu marido.
─Ya lo sé, tonta, pero me emociona tanto ver que funciona mi riego automático.
Fifí y mi marido cruzaron sus miradas de preocupación y por una vez no supieron qué decir, ni cómo controlar mi emoción caótica.


lunes, 6 de agosto de 2012

Tomates y pimientos al estilo "Lomana"

Directos de mi macetohuerto
Fifí entró en el salón más rápido que Usain Bolt y con los nervios ensortijados en sus rizos.
─¡Qué intriga! Por Dios, no quepo en mis tacones de la emoción. Cuéntame, ¿quién viene a comer: Carmen Lomana, Isabel Pantoja, Paquirrín...?
─Fifí, no viene nadie. Solo tú y yo.
─¡Pero si me has dicho que me invitabas a un gran festín! Y he supuesto que vendría algún famosillo... Con lo que a mí me gusta codearme con la gente del papel "couché".
─Entendiste mal mis palabras...
─Entonces, ¿qué misterio oculta la comida de hoy?
─Fifí, quiero compartir contigo los primeros frutos de mis tomateras y mis pimientos de padrón.
Fifí, recolocó sus tetas siliconadas, pestañeó con fuerza y puso sus morritos fruncidos.
─Nena... ¡pero si solo tienes dos tomatitos y dos pimientitos!
─¡Pero a que son monísimos!
─Si tú lo dices... Anda, llama a la Lomana y que venga a verlos.

martes, 31 de julio de 2012

El misterio de las zanahorias


Al estilo Jesulín de Ubrique confieso en dos palabras que soy una: "im-paciente". No soporto la espera o me desespera la intriga, el misterio... Este año mi duda es naranja o eso creo porque realmente no sé si es naranja, ni si existe o es una ilusión óptica que me perturba y me turba.
En primavera decidí plantar unas cuantas semillas de zanahorias. Poco a poco brotaron unos tallos verdes ("súper ideales", que diría Fifí). Las hojas tomaron cuerpo, lucen su belleza y las muy cucas ocultan bajo la tierra su fruto: la zanahoria. Ahora estoy con un sin vivir: ¿habrá zanahorias bajo los tallos?, ¿cómo sabré que están listas para ser devoradas?, ¿serán grandes o pequeñas?, ¿qué forman tendrán?
Mientras, Fifí insiste en saber si este año me dignaré a aparecer por Sancti Petri pero yo, sinceramente, solo pienso en mi "misterio-zanahoria".


jueves, 26 de julio de 2012

Flechazo de pasión

Cactus de la pasión

Sí, me he dado cuenta, pero me quiero resistir. He notado tu mirada. Y, para qué negarlo, solo tengo ojos para ti. Me encanta tu cuerpo: grande, robusto... Fuera de los cánones de belleza, aún así, seductor y tentador. 
Te evito unos minutos y vuelvo a ti. Te miro y siento que ya no puedo dejarte, que solo puedes ser mío, que me moriría de celos si te fueras con otra persona. Me has enamorado, encandilado. Eres tan grandullón que pareces un muñeco de nieve verde. Ven conmigo, corazón, no te voy a dejar escapar, mi "gordi-pincho-cactus".  

Tres "pinchos" de mi colección de cactus

martes, 24 de julio de 2012

Secar las hojas de laurel


Los clásicos siempre animan el alma. Esta primavera-verano he vivido como en un montaña rusa. De pronto, estaba en la cima, emocionada por mis grandes calabacines y lechugas. Pero, sin darme cuenta, bajaba a las profundidades más oscuras al ver cómo mis tomates eran devorados por los verdes gusanos y se les ponía el culo negro. Un vaivén de ilusión y tristeza que he sobrellevado con mis infusiones de verde optimismo y mi confianza ciega en que la Naturaleza siempre me haría un guiño seductor.
Esta mañana he contemplado mi clásico, el laurel que me regaló Nacho, he quitado algunas hojas para que se secaran y he decidido crear con él un árbol redondeado.
─¿Por qué tiendes esas hojas? ─gritó Fifí al verlas sobre la valla.
─Es laurel. Así se seca y puedo utilizarlo en la cocina.
─Nena, pues tardarías menos si las metes en la secadora.
Ay, Fifí, hay días que no sé qué hacer contigo... Me desquicias.

jueves, 12 de julio de 2012

Tomates con el culo negro y gusanos verdes

El gusano cabrón zampándose mi tomate
El taconeo insistente de Fifí me molesta y desconcentra.
─Nena, ¿qué haces tirada en el suelo junto a los tomates y con una lupa pegada a tu ojo?
─Calla, Fifí, hoy no estoy de buen humor.
─Tú nunca estás de buen humor... ¿Qué haces?
─Intento atrapar a los invasores.
─Ay, nena, explícate, que no me entero.
Retiro la lupa de mi ojo, seco la lágrima que rueda por mi mejilla. y desahogo mi drama:
─Fifí, estoy sin vivir en mí. Sufro por mis tomates y no sé si podré salvarlos. Esta mañana he descubierto que muchos de ellos tienen el culo negro. Después de investigar por las redes, me han explicado que padecen "podredumbre apical", una deficiencia de calcio que se produce por el exceso o falta de riego. Rápidamente he disuelto un vaso de leche en un litro de agua y los he regado para ver si soluciono su mal. Pero los problemas no vienen solos y, entre riego lácteo y riego lácteo, he visto unos agujeritos en un tomatito... ¡Un gusano verde cabrón se lo estaba comiendo!
─Nena, ¡qué horror!
─Sí, Fifí, el gusano cabrón se llama "Tuta absoluta". Un drama. Así que me voy al vivero para que Franklin Garden me aconseje qué hacer... Ay, a este paso voy a tener que ir al psicoanalista... ¿Quién me pone la pierna encima?
─Nena, ¿quién iba a pensar que unas tomateras te darían tantos quebraderos de cabeza?

El culo negro de mis tomates


martes, 10 de julio de 2012

¡Un premio verde!


─Nena, ¿qué te ocurre? Tienes el cutis divino y la sonrisa constante de tu cara es desesperante. Me irritas.
─Ay, Fifí, que estoy muy feliz. Llevo una semana de emociones continuas. Lo mejor de lo mejor: ¡he ganado el segundo premio de "Macetohuertos" que ha organizado @nuestrohuertito y de premio, una camiseta de @todohusqvarna ! Ay, no te imaginas cuánto me ha ilusionado.
─¿Que has ganado un premio?
─Sí, ¡por mi macetohuerto, mis calabacines y mis semilleros!
Percibí los celos de Fifí al ver su morro retorcido y su nervioso pestañeo. Ella quiere ser el centro del universo y de mi universo. No asimila que tenga otros mundos paralelos, otra vida, otros amigos... Siente miedo. 
─Fifí, además han nacido varios tomates en mis tomateras... Ay, qué felicidad.
─Nena, yo no te quiero decir nada, pero estás fatal, eso sí, el cutis lo tienes divino. Ándate con ojo, que tanto verde en la vida no debe ser bueno... En fin, te dejo que tengo cita con mi esteticien, aunque a este paso me tendré que montar un huerto para tener tu tono de piel.
─Venga, Fifí, no te pongas celosa, que yo solo te quiero a ti.

PD. ¡Mil gracias a @nuestrohuertito por organizar el concurso! Y un beso enorme a todos los participantes y ganadores. 
Concurso: http://nuestrohuertito.blogspot.com.es/

El primer tomate del año, verde y pequeño... En breve, rojo y grande