miércoles, 26 de diciembre de 2012

Pétalos en el gin tonic

Gin tonic florido

─Nena, en Nochebuena cenáis en mi casa y no admito un no por respuesta.
─Fifí, no te compliques. Si te parece compro unos langostinos, una pularda rellena y...
─No me seas pularda. Este año yo me encargo de todo... Verás, verás qué sorpresa te tengo preparada.

La cena, por supuesto, fue impresionante. Los adornos navideños decoraban cada rincón de la casa. El jardín resplandecía entre tantas luces. La vajilla, el mantel, las copas... Todo era perfecto  porque Fifí es la mejor anfitriona del mundo: se desvive por sus invitados, está pendiente del más mínimo detalle, apunta en su pequeña agenda los gustos de cada comensal, personaliza los servilleteros... No se le escapa nada.
─Fifí, me has impresionado. ¡Qué cena tan maravillosa!
─Nena, aún no has visto tu sorpresa...
De pronto se acercó con un gin tonic repleto de pensamientos (comestibles), fresones y cerezas. El gin tonic más bonito que jamás había visto, el gin tonic más dulce que jamás había tomado. Un gin tonic florido repleto de amor.
─Fifí, te quiero un montón.
─Calla, calla, que a tu carácter arisco no le sienta bien tanta ternura.
─Qué boba eres. Un brindis por nuestra amistad, nuestros enfados, nuestros caracteres tan opuestos, nuestra vida...
¡FELIZ 2013!