lunes, 25 de noviembre de 2013

Rabanitos de invierno

Plantación de semillas de rabanitos

La lluvia no cesa. El aire golpea contra la casa como si el lobo del cuento de los tres cerditos soplara sin descanso y las hojas del hibiscus no logran mantenerse erguidas. Dos tímidos tomates aguantan los envites del otoño y un pimiento resiste como si fuera un náufrago sobre unas tablas de madera en mitad del Atlántico
─¿Qué miras por la ventana?
─Las macetas.
─Pero si solo hay tierra. Antes tenías ahí plantadas unas florecitas de colores, ¿no?
─Sí, unas petunias.
─Bueno, tú ya sabes que a mí la botánica nunca se me ha dado bien, amor.
─A ti sólo te interesa la economía y el derecho.
─No te metas conmigo.
─No lo hago.
─¿Te ocurre algo?
─Estoy preocupada. Hace una semana planté unas semillas de rabanitos.
─¿Y?
─No ha brotado nada. Me imagino que el frío lo impide, pero me hacía tanta ilusión...
─¿Quieres que me acerque a la frutería y compre unos rabanitos?
─No, no me gustan.
─No te entiendo.
─Yo tampoco.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Berenjenas al poder

─Te odio, te odio, te odio...
─Fifí, relájate, tómate un tranquimazín y dime por qué estás tan neurótica.
─¿Neurótica? Pero si todo es culpa tuya, alma de cántaro, que solo a ti se te ocurre hablar de tus chaladuras con Maca...
─¿Mis chaladuras?
─¿Se puede saber qué le contaste el otro día?
─Me preguntó que qué tal el verano y le expliqué que este año ha sido bastante complicado. Que mi maceto-huerto me ha dado bastantes quebraderos de cabeza. Que en vez de apostar por lo seguro, los calabacines, opté por plantar berenjenas porque su forma es muy similar a mi cuerpo, redondito, y el color morado me encanta y brotaron preciosas flores pero ninguna llegó a fructificar. Un drama.
Que los pimientos rojos e italianos han sido un éxito, pero me parece que este año va a ser el último que plante tomates raf, que son preferibles los tomates cherry que nacen sin parar... 
─¿Te estás oyendo?
─De verdad, Fifí, no te entiendo.
─Eres una tontolaba. Ahora Maca va contando que te sientes una berenjena y que se te ha ido la pinza con los tomates y los calabacines.
─Y a mí que más me da lo que opine Maca.
─Ay, pero yo sufro... ¡Me ha dicho que no te va a invitar al brunch de otoño! Y no sé qué hacer...
─Tú vete y sé feliz, que voy a plantar unos rabanitos que van a ser la envidia del vecindario.
─Calla, calla, no hables de hortalizas, que te van a tomar por loca. Ay, y ese corte de pelo te queda fatal, nena. ¿Qué voy a hacer contigo?

Berenjenas al poder