jueves, 26 de abril de 2012

Semilleros "súper fashion"

Mis pequeñas macetas de diseño

─Ay, nena, mira que eres cutre. ¿A quién se le ocurre trasplantar esas matitas que han nacido en tu semillero a vasos de plástico?
─¡Pero Fifí, si me he vuelto loca buscando macetas pequeñas y no las he encontrado! Bueno, sí, pero con un precio desorbitado.
─Eres muy hortera, la verdad. Vamos, que solo a ti se te ocurre utilizar esa mierdecilla de vasos de los chinos.
Fifí, después de ofenderme con sus palabras (sí, esta vez lo había conseguido), se marchó a la inauguración de la tienda de lazos, sombreros y complementos para el pelo de su amiga Cloti, "la tienda más "in" de todo Madrid", según me dijo con su voz chillona.
Molesta por sus ofensas a mis plantas, decidí darles un toque de glamour y diseñé unos carteles para indicar qué había en cada vasito y en los maceteros recién comprados.
Fifí apareció al día siguiente, observó mis nuevos diseños y percibí un leve tic nervioso en su cuello.
─Nena, me has sorprendido. ¿Quién te ha hecho los carteles?
─Yo solita, querida.
─Pues te han quedado súper fashion, pero no sé qué es eso de @Huerta_caotica y el nombre de abajo, http://mijardinmihuertoyotrasplantas.blogspot.com.es/
─La dirección del vivero de un amigo de Franklin Garden.
─¿Y te pagan por poner ahí la publicidad?
─No.
─Siempre tan tonta...
Ay, Fifí, si supieras que @Huerta_caotica es mi dirección de twitter y que debajo está el enlace al blog en el que relato mis avances hortícolas y nuestra amistad, me matarías... ¡Pero como tú eres tan lista no te has dado cuenta!

El calabacín con su cartel


Mi cultivo de caléndulas


domingo, 22 de abril de 2012

Del semillero a la maceta

Es hora de trasplantar el perejil

Silencio. Adoro el silencio absoluto, sin música, sin tele de fondo, sin radio... Silencio roto por la naturaleza. El domingo exprimí mis horas de soledad y aproveché para cuidar mi jardín y relajar mi alma. Los semilleros, rebosantes de brotes solicitaban mi ayuda. Guantes, tierra, maceteros... Un no parar y mucha felicidad. 

Los calabacines, los reyes de mi huerto

Los semilleros en ebullición. Al fondo, perejil. Delante, caléndulas



viernes, 20 de abril de 2012

Vida secreta de una amistad. 20 de abril

El restaurante de nuestras confidencias


20 de abril. El portazo de un coche me pone en alerta. Ha llegado. Llama sin fuerza, entra con el rímel corrido tras retirarse las lágrimas y se sienta frente a mí.
20 de abril, la fecha que Fifí no puede borrar de su corazón y le recuerda cada año Celtas Cortos.
Agarro su mano para transmitirle un poco de mi fuerza. Ella no puede ni hablar. Hace años un día como hoy Fifí perdió lo más importante de su vida y la inocencia se esfumó de su ser.
Aquella mañana su primer marido desató sobre su cuerpo toda la ira y la maldad que su belleza ocultaba. Fifí fue su saco de boxeo y sufrió los envites de sus puñetazos, sus patadas y la cobardía de aquel hombre miserable.
La encontré desmayada sobre la alfombra beige de su salón, su sangre se esparcía sin control, los ojos estaban desorbitados. Llamé al 112, la tomé entre mis brazos, la abracé y lloré de desesperación, de impotencia, de dolor...
La ambulancia la trasladó hasta el hospital. Los sanitarios me interrogaron para saber qué había ocurrido. Fifí me había llamado, con un hilo de voz me pidió ayuda y supe que él la había maltratado, el muy cabrón. El dolor de Fifí fue mayor al día siguiente cuando le informaron que había perdido el bebé que esperaba y ya no podría tener más hijos.
─Ayúdame, no quiero que nadie sepa lo que me ha ocurrido ─me suplicó con su cara desfigurada nada más recobrar el conocimiento.
─Debes denunciarle.
─No, no puedo.
Pese a mis intentos, Fifí se negó. En unas horas organicé nuestra huida hacia adelante. Durante un mes nos encerramos en mi casa de la playa hasta que se curaron sus heridas externas.
Un día cambió, se volvió la Fifí que todos conocéis: histérica, pija, glamurosa, siliconada y obsesionada por su físico. Pero en lo más recóndito de ella está su corazón, su belleza, su dolor.
Nunca más hablamos del tema. Solo nos reservamos un día, el 20 de abril.
Este año Fifí me ha querido mimar invitándome a un restaurante plagado de flores y un tratamiento de peeling facial. Un día de amigas que ocultan un secreto.
─Temo que algún día vuelva a aparecer.
─No sufras, Fifí, no lo hará.
Ella nunca lo sabrá, pero mi afición a los libros policíacos, mis deseos de venganza, mi defensa por una amiga y, cómo no, el dinero pueden solucionar muchas cosas. Pero ese es mi secreto y jamás lo revelaré.

miércoles, 11 de abril de 2012

Arturo y su calabacín

Mis calabacines, viento en popa a toda vela

─¡Nena, me ha dicho tu marido que vais a organizar una súper fiesta en casa para recibir al nuevo jefe del bufete! ¡Cuenta conmigo! Ay, ya estoy pensando qué modelo ponerme, he visto un vestido en un escaparate de Serrano que es ideal...
Fifí siguió con su monólogo más de media hora. No me apetecía ni escucharla, ni la fiesta en casa, pero hay veces en que debo "cumplir" con la faceta de amiga y esposa perfecta. Hoy era uno de esos fatídicos días.
La noche se me antojaba insoportable. Fifí estaba loca de emoción porque iban a acudir varios clientes "famosillos" del papel couché y no podía controlar sus ansias de codearse con ellos. 
─Eres una aburrida, nena, podías estar más contenta. ¡Me han dicho que tal vez venga la Lomana, mi ídolo!
─Fifí, esa gente es igual que nosotras. No sé por qué te producen admiración.
─Rancia, que eres una rancia.
A las nueve y media los invitados llegaron e invadieron mi espacio. Tras los saludos, sonrisas falsas y conversaciones absurdas, me escapé un momento al jardín. Mis lechugas no tenían buena cara y esa era mi mayor preocupación.
─Tienes un jardín precioso.
Sentado en el balancín estaba Arturo, el nuevo jefe del bufete, un hombre callado que no se prodigaba en elogios.
─Gracias, es mi gran afición.
─También la mía, aunque a mí me gustan más los bonsais.
─Yo soy muy impaciente y no soporto esperar tanto tiempo para ver nacer una hoja. 
─¿Qué son esos brotes?
─Es mi plantación de lechugas. Estoy sufriendo mucho. Trasplanté algunas de los semilleros y han perecido, aún tengo que experimentar más... ¡Pero mira qué bonitos están los calabacines!
─Es impresionante, ¿hace cuánto que los plantaste?
Sin darnos cuenta las horas pasaron entre esquejes, bonsais, pimientos de padrón, caléndulas... El bullicio del interior se fue apagando.
─Parece que la fiesta está terminando. Te felicito, has sido una fantástica anfitriona y hacía mucho que no me lo pasaba tan bien.
─¿No pensarás irte sin un plantón de calabacín?
─¿Me regalas uno? ¡Me haría mucha ilusión!
─Te lo doy con una condición: deberás mandarme fotos por mail para ver su evolución.
─Cuenta con ello, y si quieres un día nos vamos al botánico.
─Me parece perfecto.
Al irse con la pequeña maceta en sus manos, mi marido me miró con cara descompuesta.
─¿Qué hace Arturo con una de tus lechugas?
─Es un calabacín y se lo he regalado.
─Ay, va a pensar que estás más loca de lo normal.
─Te equivocas, está encantado, a él también le gusta la horticultura. ¿Dónde está Fifí?
─Dormida en el sofá, me parece que tanto roce con los famosos y tantos vodkas le han pasado factura. 

martes, 10 de abril de 2012

¡Qué pena más verde!


Por impaciente y desalmada, debo confesar entre lágrimas que las lechugas que trasplanté a los vasos de chupitos (¿será por el alcohol?) han perecido. Ahora las dudas me machacan: ¿las habré trasplantado antes de tiempo?, ¿habrán sufrido una insolación?, ¿habrán fallecido por notar mi ausencia durante estos días?, ¿y si hubiera esperado a que tuvieran cuatro hojas como he leído en varios foros? Ay, qué mal me siento, y encima Franklin Garden, el único hombre que me entiende, se ha ido un mes a su país... No sé sobre qué hombro llorar mis verdes penas...

¡A Dios pongo por testigo que no dejaré que el resto de mis lechugas fallezcan!, he gritado esta tarde desesperada al estilo Vivien Leigh en "Lo que el viento se llevó! (O eso voy a intentar)



martes, 3 de abril de 2012

Locura de semilleros


Lechugas y calabacines en los semilleros

Mi negativa a ir esta Semana Santa a Sancti Petri ha desencadenado una crisis con Fifí. Nadie me entiende, pero hacía tiempo que no vivía unos momentos tan felices. Ver cómo mis plantas van creciendo y cómo agarran a los semilleros me llena de orgullo y satisfacción, que diría el rey. Estoy loca de emoción, no pienso en otra cosa y no voy a abandonar mis semilleros por ir a lucir palmito a la costa. Además las dudas hortícolas me corroen: ¿qué hago con las lechugas?, ¿elimino algún brote para que sobreviva alguna?, ¿mantengo todas para más tarde trasplantarlas?, ¿por qué tardan tanto en brotar los pimientos de padrón?, ¿picarán?. ¡Y temo que el perejil y las caléndulas me invadan! Por Dios, que me voy a arruinar en maceteros.
Al final Fifí va a tener razón y mi faceta de "horticultora de iniciación" va a ser más cara que comprarme un bolso de Prada... Si supiera que lo material no aporta la emoción de lo natural. Pero esta afirmación Fifí jamás la entenderá.

La invasíón de las caléndulas y el perejil

El pimiento de padrón me hace sufrir