viernes, 20 de abril de 2012

Vida secreta de una amistad. 20 de abril

El restaurante de nuestras confidencias


20 de abril. El portazo de un coche me pone en alerta. Ha llegado. Llama sin fuerza, entra con el rímel corrido tras retirarse las lágrimas y se sienta frente a mí.
20 de abril, la fecha que Fifí no puede borrar de su corazón y le recuerda cada año Celtas Cortos.
Agarro su mano para transmitirle un poco de mi fuerza. Ella no puede ni hablar. Hace años un día como hoy Fifí perdió lo más importante de su vida y la inocencia se esfumó de su ser.
Aquella mañana su primer marido desató sobre su cuerpo toda la ira y la maldad que su belleza ocultaba. Fifí fue su saco de boxeo y sufrió los envites de sus puñetazos, sus patadas y la cobardía de aquel hombre miserable.
La encontré desmayada sobre la alfombra beige de su salón, su sangre se esparcía sin control, los ojos estaban desorbitados. Llamé al 112, la tomé entre mis brazos, la abracé y lloré de desesperación, de impotencia, de dolor...
La ambulancia la trasladó hasta el hospital. Los sanitarios me interrogaron para saber qué había ocurrido. Fifí me había llamado, con un hilo de voz me pidió ayuda y supe que él la había maltratado, el muy cabrón. El dolor de Fifí fue mayor al día siguiente cuando le informaron que había perdido el bebé que esperaba y ya no podría tener más hijos.
─Ayúdame, no quiero que nadie sepa lo que me ha ocurrido ─me suplicó con su cara desfigurada nada más recobrar el conocimiento.
─Debes denunciarle.
─No, no puedo.
Pese a mis intentos, Fifí se negó. En unas horas organicé nuestra huida hacia adelante. Durante un mes nos encerramos en mi casa de la playa hasta que se curaron sus heridas externas.
Un día cambió, se volvió la Fifí que todos conocéis: histérica, pija, glamurosa, siliconada y obsesionada por su físico. Pero en lo más recóndito de ella está su corazón, su belleza, su dolor.
Nunca más hablamos del tema. Solo nos reservamos un día, el 20 de abril.
Este año Fifí me ha querido mimar invitándome a un restaurante plagado de flores y un tratamiento de peeling facial. Un día de amigas que ocultan un secreto.
─Temo que algún día vuelva a aparecer.
─No sufras, Fifí, no lo hará.
Ella nunca lo sabrá, pero mi afición a los libros policíacos, mis deseos de venganza, mi defensa por una amiga y, cómo no, el dinero pueden solucionar muchas cosas. Pero ese es mi secreto y jamás lo revelaré.

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