lunes, 1 de agosto de 2011

Escafandras, hormigas, algas, orquídeas...

Desde mi escafandra: hormigas, algas, caracoles, topos...
El silencio se perturbó por un ruido insistente y monótono. Pese a la escafandra que escondía mi cabeza, agudicé el oído y descubrí que el sonido provenía del timbre del salón. Me acerqué con pies de plomo, temiendo destrozar el parquet, e intenté mirar por la mirilla. Después de golpearme varias veces contra la puerta me di cuenta de que con la escafandra era imposible ver quién estaba al otro lado. Abrí temerosa, con temblor en las piernas. ¿Quién osaba entrar en mi territorio? 
Una voz chillona se coló por los orificios de la escafandra y retumbó en mis oídos.
─¡Nena!, ¿qué haces disfrazada de submarinista de siglo pasado?
Observé con detenimiento. Si era un holograma de mi amiga Fifí estaba muy conseguido. Retiré los guantes de amianto que cubrían mis manos, me acerqué hasta ella y apretujé sus tetas.
¿Qué haces? ─gritó con tono histriónico─ ¿Por qué tocas mis pechos? No me digas que eres lesbiana...
Sí, era Fifí: al tacto percibí una descompensación de diámetro entre sus senos siliconados. 
Retiré mi escafandra y sonreí al verla.
─Hola, Fifí, perdona que te haya manoseado así, pero no estaba segura de que fueras tú.
─Ay, nena, ¿qué te ocurre?
─Tengo declarada la guerra en casa: las hormigas me atacan por todos los frentes, los caracoles invaden mi huerto y unas algas verdes y asquerosas se han instalado en la piscina... No sabes cuánto estoy sufriendo. Además anoche observé unos bultos en el césped... Ay, Fifí, que seguro que es un sucio topo que se quiere comer mis petunias... Así que ahora me sumerjo en la piscina con mi kit de escafandra y cloro e intento eliminar las algas. Luego, con distintos venenos, ataco a los caracoles y, por último, con mi pistola de spray fumigo a las hormigas.
─¿Dónde está tu marido?
─Pues ahora que lo dices no lo sé. El otro día mientras estaba sumergida en la piscina le vi gesticular, pero no entendí lo que me dijo. Tal vez se haya ido de vacaciones...
─Nena, cada día me preocupas más. ¡Menos mal que mañana nos vamos a Sancti Petri!
─Uff, se me había olvidado... Lo siento, Fifí, pero este año no podré ir.
─Nena, por la Lomana, no me digas eso. ¿Por qué no vas a venir?
─No puedo abandonar el frente, es una batalla campal...
─¡Pero si mañana Borja Mari nos ha organizado una súper fiesta! ¡Y Maca nos invita luego a su yate a tomar unos mojitos!
─Lo siento, de verdad, pero esto es la guerra. ¡Y encima mi amigo Pepelu no para de mandarme fotos de sus maravillosas orquídeas! Él sí que es un buen jardinero, no como yo que fracaso tanto en el huerto como en el jardín. Ay, Fifí, pero no me pongas esos morros de enfado... Además, Pepelu estaría encantado de conocerte e ir contigo a Sacti Petri.... Shhh, sal sin hacer ruido que voy a hacer un ataque sorpresa a los caracoles...


Las orquídeas de Pepelu. Foto 1, capullos. Foto 2, inicio de la floración
Las orquídeas en flor. Una belleza efímera y pasional



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