jueves, 28 de marzo de 2013

Cuernos alemanes y flores andaluzas


Geranios en los patios de Córdoba

─¡Nena, me acabo de enterar! Menudo disgusto debes tener, pero tú no sufras que para eso estoy yo aquí, que no hay nadie que te quiera como yo y que te entienda tanto. Porque, cielo, no lo vamos a negar, eres un poco rarita y no todo el mundo te comprende, pero tú no sufras...
─Fifí, ¿de qué me estás hablando?
─Nena, de lo de tu marido.
─¿Qué le ocurre?
─Que se va esta Semana Santa a Alemania.
─Sí, por cuestiones laborales. ¿Cuál es el problema?
─Ay, nena, no te enteras. ¿No sabes que Alemania está llena de princesas que seducen con su pelo rubio a los españoles? Mira lo que ha pasado con el Rey y Corinna... Ay, pobre Sofi... Y ahora tú. Además como siempre vas con esos rizos descontrolados, pues claro, llega una rubia con el pelo plancha y te levanta al marido.
─¡Pero si aún no se ha ido!
─Ay, nena, no te fíes, yo ya estoy sufriendo por ti, así que he decidido invitarte a Sevilla y Córdoba para que no te hundas en una depresión,  y así disfrutas de las florecitas, plantitas y arbolitos. Esas cosas verdes que te levantan el ánimo.
Por una vez, decidí no negarme y me dejé mimar por Fifí: viaje preferente en el AVE, hoteles céntricos y paseos por dos grandes ciudades que destilan el olor y el color de la primavera. Geranios, calas, prunos... Abanicos de pétalos en cada monumento.
─Nena, ya podías haberte calzado mejor, que luego he quedado con Maca y Fefé para tomar unos vinitos y no me atrevo a llevarte con esas botas de montaña.
─Fifí, si no te importa, prefiero subir a la Giralda, pasear por los Reales Alcázares, oler los naranjos en flor...
─Ay, qué cursi e insoportable eres, pero no me voy a enfadar porque seguro que tu marido se ha liado con alguna princesa, pero mira que estar en Sevilla y no venir de vinos y bailar algo de flamenco...
En Córdoba me enamoré de los patios, de las calles floridas, de la Mezquita, del salmorejo y los jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos. Una escapada muy folklórica y, por lo que me han dicho, sin cuernos principescos.

Esas calas que enamoran

Cascada de geranios

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